Antes de la pandemia y en la final de esta misma competición, la Supercopa, el verdugo del Atleti fue un Fede Valverde que frenó de forma antirreglamentaria a Morata en un contraataque en el que Álvaro se plantaba solo ante Courtois en el minuto 115 de la prórroga. Ayer, tras un auténtico naufragio defensivo, especialmente durante los primeros 45 minutos, fue Carvajal en el 85’ quien sentenció a los del Cholo a una prórroga para la que las piernas rojiblancas no estaban preparadas y en la que el Madrid logró sentenciar con dos goles, uno de ellos tras un desesperado intento de Oblak de salvar en el área rival lo que ya salvó en la suya durante 120 minutos.
La fragilidad defensiva, la preparación física o la falta de recursos desde el banquillo fueron algunos de los detonantes de la caída del Atleti ayer en Riad, en un encuentro que, más allá del ganador, dejó pocas similitudes con la final del 2020 en Yeda, donde el Atleti brilló más por su seguridad defensiva que por su facilidad anotadora, tal y como se vio ayer con Griezmann y su gol 174 con el que superó a Luis Aragonés y se situó como el máximo goleador de la historia del club.
A pesar de las muchas diferencias entre ambos partidos, el gran parecido estuvo en una grada vacía de alma, que protagonizó un vergonzoso pitido al minuto de silencio dedicado a Franz Beckenbauer y dejó clara en todo momento su premonición por la victoria blanca.
El Atleti dejó ayer evidencias de llevar enfermo mucho tiempo, y a pesar de los milagrosos remedios constantes de Simeone, el tratamiento que se le debe proporcionar al argentino son los millones y la inversión, y ayer se volvió a evidenciar el diagnóstico y la cura que requiere el equipo, que se volverá a ver las caras ante el Real Madrid el próximo jueves 18 de enero en el Metropolitano.
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20 diciembre, 2024