
Foto: La Liga
OPINIÓN. Tras el empate del Atlético de Madrid el pasado sábado en Villarreal, determinados medios de comunicación sacaron a la luz una estadística tan curiosa como pretenciosa. Con Rodrigo Hernández en el campo, el conjunto rojiblanco no había encajado ni un solo gol en contra en la Liga. Sin él, los colchoneros habían recibido cinco dianas. La publicación de esta anecdótica cifra no obedece a la casualidad. En El Madrigal, Diego Pablo Simeone volvió a reemplazar al centrocampista madrileño en el descanso. Su sustitución por Lemar no sirvió para que el Atlético de Madrid saliera victorioso de tierras castellonenses. De hecho, muchos terminaron culpando al ‘Cholo’ de perder el equilibrio en la medular como consecuencia de ese cambio. Fueron los mismos que, 45 minutos antes, habían despotricado contra el técnico colchonero por su planteamiento excesivamente defensivo. Lo que ninguno de ellos recordó fue que, minutos después de que Simeone diera entrada a Lemar y a Correa, el Atleti consiguió adelantarse en el luminoso.
Muchos terminaron culpando al ‘Cholo’ de perder el equilibrio en la medular por cambiar a Rodrigo. Fueron los mismos que, 45 minutos antes, habían despotricado contra el técnico colchonero por su planteamiento excesivamente defensivo. Todo vale para atacar a Diego Pablo.

Todo vale para atacar a Diego Pablo. Bien con mentiras, como la del ‘periodista’ Jesús Gallego afirmando que el Atlético de Madrid (con 343 millones en 2017) tiene cuatro veces más presupuesto que el Borussia Dortmund (400 millones la pasada campaña). Bien con medias verdades, como la ya mencionada estadística de Rodrigo. Poco importa que, en realidad, el Atlético de Madrid haya encajado solo un gol más sin el canterano sobre el césped (7) que con él en el terreno de juego (6). Tampoco interesa mencionar que el conjunto colchonero ha anotado más tantos sin Rodri (12) que con la presencia del ’14’ en la medular (8). Tres de esos tantos llegaron en la final de la Supercopa de Europa que el Atleti le terminó remontando al Real Madrid… sin Rodrigo Hernández. Por entonces, la sustitución del ‘Cholo’ fue una muestra de valentía. Paradojas del fútbol.
Junto al ensalzamiento desproporcionado de Rodrigo se ha propagado el mantra falaz de que no convence a Simeone. Muy pocos (por no decir prácticamente nadie) mencionan que el técnico de Buenos Aires le ha dado a su reciente fichaje ocho titularidades en los trece partidos disputados esta temporada. Entre ellos, la final de Tallín y el derbi en el Bernabéu. Ni siquiera pesos pesados como Jan Oblak, Antoine Griezmann o Saúl Ñíguez llegaron a tener tanta continuidad con el ‘Cholo’ en sus inicios. «Rodrigo es un jugador extraordinario. Mi desafío es que sea titular en la selección española. Su diferencia con Saúl y Koke es que ellos llevan siete años conmigo«, sentenciaba el ‘Cholo’ en la rueda de prensa previa al partido con la Real Sociedad. Tan sencillo como eso.
Tiempo. Ese bien tan preciado como escaso en la inmediatez del fútbol moderno. Eso es todo lo que necesita Rodrigo Hernández para consolidarse como indiscutible en el centro del campo del Atlético de Madrid. Ese mismo tiempo es el que le hace falta al conjunto rojiblanco para alcanzar sus mejores prestaciones. Pese a la oleada de tremendismo que invade a una gran parte de la hinchada atlética, lo cierto es que el equipo se encuentra a dos puntos del liderato en la Liga y cinco puntos por encima de Brujas y Mónaco a falta de tres jornadas para acabar la fase de grupos de la Champions. Todo eso, después de lograr un título europeo en agosto frente al eterno rival y tras haber visitado algunas de las plazas más complejas del balompié nacional y continental (Mestalla, Balaídos, Bernabéu, Madrigal y Westfalenstadion). Si se ha llegado a este punto en plena ‘crisis’ de juego y resultados, imaginen por un segundo lo que podrá conseguir este grupo cuando empiece a carburar.
Tiempo. Eso es todo lo que necesita Rodrigo Hernández para consolidarse como indiscutible en el centro del campo del Atlético de Madrid y el equipo para alcanzar sus mejores prestaciones. Si se ha llegado a este punto en plena ‘crisis’ de juego y resultados, imaginen por un segundo lo que podrá conseguir este grupo cuando empiece a carburar.
Pero, sobre todo, crean en Simeone. No quieran incendiar Roma cuando ni siquiera está construida. No caigan en la trampa de confundir la delgada línea entre la crítica constructiva y la destructiva. Y, especialmente, no se den el lujo de hablar de ciclos acabados en octubre ni de pedir la marcha del entrenador más laureado de la historia de la entidad. Si alguna vez les invade la tentación, recuerden que el apocalíptico 4-0 de Dortmund lo encajábamos con el Hércules y con el Racing cada dos fines de semana. El ‘Cholo’ es el sostén de este castillo de naipes que ha ido construyendo desde el barro y que, pese a los abundantes intentos externos (e internos) por derribarlo, aún se mantiene en pie.
Primero lo atacaron por jugar ‘feo’. Después dijeron que era violento. Trataron de desacreditar sus logros y de desmantelarle el equipo con rumores infundados. Buscaron desmontar su teoría del presupuesto mostrando una versión parcial de la realidad. Vendieron una guerra ficticia con Fernando Torres llegando a insinuar que le preocupaba más un resultado que su propia vida. Difamaron contra su persona, afirmaron que los jugadores ya no creían en su mensaje y lo colocaron en Italia, Francia e Inglaterra. Ahora, sus detractores han encontrado en la figura de Rodrigo Hernández su nueva arma arrojadiza. Cambiaron las piezas, pero no el objetivo. Sin embargo, el resultado será el mismo. Queda Simeone para rato. Disfrutémoslo mientras podamos.