Definitivamente, el Atleti vuelve a parecerse cada vez más al equipo que fue hasta el mes de enero. El partido ante el Huesca no ha hecho sino confirmar las buenísimas sensaciones que el Atleti dejó hace solamente unos días en este mismo escenario, el Estadio Metropolitano, ante el Eibar. Y eso que la tarde arrancó con susto. Un balón muerto en el área pequeña a la salida de un córner, no fue aprovechado por Siovas, que se encontró con la enorme figura de Oblak, decisivo una vez más en un balón a bocajarro, que pudo parecer fácil por la forma en el que el esloveno acostumbra a solventar este tipo de lances, pero que no lo fue en absoluto.
A partir de ese momento el Atleti – Huesca cambió. Los rojiblancos volcaron el campo hacia la portería de su rival y empezó a disfrutar de un goteo de ocasiones que Álvaro fue salvando con acierto. Lodi confirmaba su vuelta al mejor nivel, volviendo a ser un puñal por la banda izquierda, asociado con Carrasco. Por la banda contraria, eran Trippier y Llorente los que también insistían con acierto. El Huesca se cerraba muy bien por dentro y las bandas eran la mejor opción para abrir el partido. A ello ayudaba especialmente Herrera, muy acertado en lo que mejor sabe hacer: los desplazamientos largo y los cambios de orientación. Así, con paciencia, en una de esas combinaciones de Trippier y Llorente, éste último cedió a Correa, que se deshizo de toda la defensa visitante con un control orientado a la media vuelta y un recorte para convertir el 1-0 tras tocar ligeramente en Pulido. El Atleti volvía a abrir la lata poco antes del descanso y gracias una vez más al destinatario de aquel abrazo paternal de Simeone hace 10 días. Los locales habían hecho méritos más que suficientes para irse al vestuario con ventaja y así fue.
La segunda parte ofreció a un Atleti más contenido, esperando su oportunidad para salir a la contra, pero mirando más hacia atrás que hacia adelante. El Huesca intentó adelantar líneas, aunque apenas inquietó, hasta que a 10 minutos del final una gran maniobra de Sandro fue salvada milagrosamente por Lodi, que se adelantó al remate del delantero cuando solamente Oblak se interponía entre él y la portería. Poco después, un contragolpe que aparentemente fue neutralizado por la defensa del Huesca, fue reactivado por la fe de Llorente, que robó por insistencia y asistió a Carrasco para sentenciar el partido y certificar la recuperación del líder, que empezó a atisbarse en el Villamarín y se confirmaría ante el Eibar el pasado domingo. A lo lejos se empieza a ver la orilla, pero aún queda mucho por remar y muchas tormentas que atravesar. La primera será en Bilbao.