Hoy vamos a empezar por el final del Atleti – Alavés, como se hace en numerosas ocasiones, tanto en el cine como en la literatura. No se trata de vivir al límite y empezar la casa por el tejado, ya que uno es muy ordenado y nada aventurero, por cierto. Tampoco se trata de ningún recurso literario. Simplemente, hay que empezar por el final o, mejor dicho, por ese minuto 84 en el que Martínez Munuera castigaba un involuntario golpe con el codo de Savic tras un cruce en el que ganó el balón por fuerza y quiso sacarlo jugado, apoyado en la enorme confianza que tiene tras la espectacular temporada que está realizando. Como todas esas películas o relatos que arrancan desde el desenlace de una historia para desarrollarla y comprender dicho final, esa jugada que terminó en penalti. Esto pudo haber resultado una losa, casi definitiva, para las aspiraciones del Atleti de cara al título. En ese momento, me acordé de las primeras reminiscencias futbolísticas de mi niñez, terminadas de formar posteriormente con el relato de mi padre y mi hermano mayor, así como por los vídeos vistos ya de adulto. Hablo de aquella famosa Liga en la que el Atleti también marchaba líder destacado y, de repente, empezó a perder puntos, tras varios arbitrajes controvertidos. El 5 de abril de de 1981 el Atleti recibía al Zaragoza a 4 jornadas del final. Aquel partido, del que, por cierto, dentro de poco se van a cumplir 30 años, supondría la puntilla definitiva a las aspiraciones rojiblancas de terminar como campeón, después del infausto arbitraje de Álvarez Margüenda, nombre grabado en letras negras en la historia del Atlético de Madrid, junto al de otros árbitros que ya sabemos y que ahora no merece la pena ni nombrar.
Para empezar, en ese partido, el central del Zaragoza, Casajús, lesionó a Rubén Cano en el minuto 3 de partido después de una violenta entrada sin castigo. No sería la única. No contentos con eso, poco después se la anulaba un gol perfectamente legal a Dirceu. El partido se convirtió en un festival de patadas zaragocistas, muchas de ellas rozando la violencia, aunque el que sería expulsado por roja directa, a pesar de haberlas recibido de todos los colores fue Marcos Alonso por una falta,, sin más, en la segunda parte. También se irían al limbo dos penaltis en el área del Zaragoza. El Atleti, desquiciado y con 10, recibiría el empate y después el 1-2 tras un inexistente penalti a poco del final. Álvarez Margüenda tuvo que ser escoltado por la policía entre una nube de almohadillas, mientras el público derribaba parte de la valla de separación con el terreno de juego y una mujer invadía el campo zapato en ristre. Hubo más expulsados y además se cerró el campo, por lo que la última jornada tuvo que disputarse en Albacete. Ay si eso se lo hubieran hecho a otros… Hoy gracias a YouTube, podemos ver los distintos resúmenes de este partido, silenciado interesadamente por el ministerio de la verdad única.
Volviendo a lo que nos ocupa, cuando Martínez Munuera señaló el punto de penalti tras revisar la jugada, lo primero en lo que pensé fue en ese partido de hace 30 años. Y lo segundo, fue en la jugada del primer tiempo dentro del área del Alavés en que MM no vio penalti en un salto con los brazos levantados y ocupando todo el espacio del que eran capaces. Una vez más, el doble rasero y las interpretaciones interesadas. Uno sí fue penalti, el otro no. Menos mal que allí estaba un tal Oblak, ese al que el mismo ministerio de la verdad única tiene colgado el sambenito de no parar un penalti. Jan lo tuvo claro y echó el ancla con un pie clavado en la línea que al mismo tiempo le sirvió para impulsarse y sacar el fuerte disparo de Joselu a mano cambiada. Lo clavó a propósito, para que lo vieran en el VAR y en Wuhan. Para enseñárselo al ministerio de la verdad única a modo de peineta. Y para mantener a su equipo como líder con 4 y 6 puntos de ventaja a 10 jornadas del final, haciendo bueno el fantástico cabezazo del otro héroe, Luis Suárez, tras un no menos genial centro de Trippier, que no ha notado la inactividad a la que fue condenado por el artículo 33 de una federación foránea.
El Atleti resiste numantinamente, sin estar en su mejor momento, con la reserva a punto de encenderse y teniendo que luchar contra todos los elementos. Llega ahora un parón de selecciones. En el mejor momento, siempre que todos vuelvan sanos y salvos dentro de 2 semanas, claro. Toca agarrarse hasta con las uñas de los pies porque van a atacar por tierra, mar y aire. Avisados quedan.