Dentro de cada partido del Atleti durante esta temporada, salvo alguna honrosa excepción, están cohabitando muchos momentos encontrados y contrapuestos. Muchas vidas distintas dentro de una vida. Lo que se vio ante el Sevilla fue el resumen perfecto de las luces y sombras del equipo esta temporada, donde apareció de nuevo el principal problema que viene lastrando a los colchoneros: la falta de contundencia en las áreas. No puede ser que tantas y tantas veces el primer acercamiento del rival a la portería acabe en gol. Pasó ante el Villarreal, en Cornellá y nuevamente ante los sevilistas. La semana pasada fue Lodi el que fue a lo loco a un cruce dejando a su espalda un espacio del tamaño del desierto del Gobi. Esta semana fue Savic el que incomprensiblemente abandonó su posición para cortar un balón imposible y dejar completamente vendido a Oblak para que le fusilaran sin piedad dentro del área. Errores y desajustes defensivos que no se veían estos últimos años de manera tan frecuente.
Eso a lo que se refiere al área propia, porque en el área rival falta mucha pólvora. Nada más empezar fue Morata el que no tuvo fe para plantarse delante del portero y definir, después de una gran maniobra de João Félix. Las décimas de segundo de duda impidieron que pudiera rematar a gol. Después vendría la locura en la que se convirtió la primera parte en cuanto a goles, alternativas en el marcador, intervenciones del VAR, penaltis, etcétera. Cuando parecía que el Atleti había hecho ya lo más difícil remontando el gol inicial visitante, un penalti absurdo y un poco light de Trippier puso otra vez el empate en el marcador, tras varias revisiones.
La segunda parte no tuvo tanto de correcalles, pero también tuvo sus cosas. Oblak salvaba de nuevo a su equipo en una espectacular parada en la línea de gol tras un remate de cabeza. A partir de ahí, fueron los locales los que pudieron desnivelar la balanza en 3 ocasiones. Un disparo de Carrasco, un mano a mano de Costa tirado fuera de manera incomprensible y un balón muerto en el área que Carrasco reventó al limbo aún más incomprensiblemente. El partido terminó de morir cuando João Félix, el mejor del partido en su mejor actuación de la temporada, fue sustituido por un Vitolof cada vez más insustancial. Al final, otro empate y la sensación de que la 3ª/4ª plaza va a haber que sudarla hasta el final y de que al Atleti le cuesta un mundo sacar los partidos adelante. Toca ahora cambiar la cara para afrontar el bonito sueño que nos espera el miercoles y del que no queremos despertar. Ojalá sigamos soñando.