Dijo Simeone en la rueda de prensa posterior al partido que el partido se empezó a ganar cuando el autocar que los transportaba enfilaba la Avenida Luis Aragonés. Allí esperaban miles de almas latiendo con un mismo corazón y formando un pasillo que en cuestión de segundos se convertiría en fuego. De repente, los tonos rojizos y el humo de las bengalas envolvieron ese autocar y a todos aquellos que le franqueaban el paso. La noche que ya envolvía Madrid a esas horas hizo que todo adquiriera un matiz mucho más ritual que trasladó los alrededores del Metropolitano a otra dimensión fuera de este mundo. El dios fuego, tan importante en tantas civilizaciones y culturas a lo largo de toda la historia, lo purificaba todo en ese trayecto de 200 metros desde la rotonda que da acceso a la avenida hasta el interior del estadio. Todos los problemas de esta temporada quedaban consumidos sobre esas columnas de humo que se elevaban hacia las alturas entre gritos y cánticos que no hacían sino estimular más el ardor guerrero de unos tipos que hace apenas un mes eran eliminados de la Copa por la Cultural Leonesa y cuya participación en la Liga quedaba reducida a quedar entre los 4 primeros a finales de mayo.
Todo ello comenzaba a quedar extinguido por ese fuego. El de las bengalas y el de las gargantas. El de ese pasillo humano que creó el clima perfecto para que el Metropolitano explotara a la hora del partido y que ese equipo que tantos problemas estaba teniendo de cara al gol, se pusiera 1-0 cuando apenas se habían disputado 4 minutos. El fuego también había invocado el espíritu de gente que ya no está aquí físicamente, pero que sí estará siempre en espíritu. Saúl, Koke, Felipe, Lodi o Correa fueron poseídos por Gabi, Godín, Torres, Juanfran, Raúl García o Filipe a la llamada del fuego. Ese que estos últimos conocían tan bien de muchas otras batallas como la de anoche, en la que un descomunal equipo que no había perdido desde hace 5 meses y que había marcado siempre en los últimos 30 partidos, vio como un ejército de locos enardecidos, encabezados por un general más loco aún. En estado de éxtasis permanente. Feliz de que esos chicos, volvieran por fin a ser sus chicos. Una vez más.
Puede que otros fuegos destruyan lo que hemos vivido ayer. Nadie sabe lo que pasará en el futuro. Ni el de dentro de 3 semanas ni el de mañana mismo. Mientras tanto, sigamos bailando en torno a la hoguera sin miedo a que el cielo se desplome sobre nuestras cabezas.
Cuando se gana, o cuando se pierde, siempre hay comentarios y críticas
Lo fundamental, fue, es y será, ese sentimiento que sale del corazón, sube a la garganta, y, en forma de un grito que le da alas, se transforma en una palabra.
ATLETiiiiiiiiii. !!!