No nos engañemos, el partido fue igual de malo que masticar el haba del roscón, aparte de pagarlo después toca ir al dentista. Que de un empate se pueda sacar algo bueno sólo ocurre en una eliminatoria, y si es en día de Reyes es como encontrar la cuadratura del roscón. Las notas positivas las encontramos en el debut de Augusto y Kranevitter y, sobre todo, en el resultado.
Augusto jugó, como ya avanzábamos en el lugar de Gabi. No se le vió especialmente cómodo pero aportó empuje. No estuvo acertado en cuanto al orden del juego, ni en cuanto a las decisiones que tomó, como el resto del equipo en la primera parte. Kranevitter, en cambio, en cambio fue de menos a más. Tímido al principio pero más cómodo después cuando se quedó como único pivote defensivo. La variante de jugar entre los centrales y centro el campo ayudó a que recuperase balón con más facilidad. Pero en el recuerdo de su debut quedará esa apertura a banda para que Vietto se inventase un recorte y un pase que terminarían en el gol de Saúl.
El resultado, como decía, es sin duda lo mejor de este partido porque deja un panorama distinto para el partido de vuelta. El Atleti podrá jugar a esperar al Rayo y no al revés como ha venido pasando en estos dos últimos partidos (Liga y Copa). El dibujo de ambos equipos sin duda cambiará y condicionará la forma de plantearlo.
La anécdota la protagonizaron Torres y Saúl. Cuando el primero fue sustituido por Jackson entregó el brazalete de capitán al segundo. Una imagen que refleja el cambio generacional del Atleti y la fuerza con la que llega al primer equipo otro canterano. Koke, Saúl, Óliver, Thomas y Lucas forman una nueva generación que representa el trabajo realizado en la cantera por formar nuevas estrellas y no tener que ficharlas. En su botas está el futuro.