En una época en la que (des)calificar es gratuito, retumba con mucha fuerza la contradicción en la que caen a menudo los fiscales del Atleti. Lo que ayer merecía cárcel, hoy es un mero lance del juego. Cuando ayer se condenaba a un equipo entero por una acción, hoy simplemente es que ha tenido un mal día. No hace falta ser excesivamente imaginativo para darse cuenta de la comparación agraviante que se da entre la patada de Augusto (roja justísima y condenable) con el recital de recados que los ches ofrecieron ayer. Se ve que la vara de medir es más corta cuando el que lo hace va de rojo y blanco. La patada de Siqueira a Vietto es tan dolorosa que la imagen de su espalda marcada en sangre quedará en el infausto recuerdo de estos choques. Habrá que acompañar aquel penalti a Zigic con esta imagen… ¿O no? Juzguen ustedes mismos.
Lo que seguro será imborrable de la memoria será el resultado del encuentro. El Atleti metió tres goles que certifican que la sequía es cosa del pasado. Sin embargo, el resultado pudo ser más abultado. El día que Vietto acompañe su juego con goles vamos a disfrutar mucho en la ribera del Manzanares. El argentino cuajó una gran actuación, pero unas veces su falta de puntería y otras Alves lo impidieron. Seguramente sea una cuestión mental, pero de todo se sale. Que se lo digan a Torres. Después de meses buscando el gol cien, ya ha llegado a 102 dando 6 puntos al equipo. Marcará poco, pero lo hace cuando el equipo más lo necesita. Fernando, hombre de partidos y momentos importantes, sabe que su gol más importante está por llegar.
El juego del equipo siguió en esa línea ascendente de apabullar al rival en cada balón. Así nació el primero del encuentro. Presión de Vietto, pase a monsieur Griezmann y éste, como quien no quiere la cosa, sólo la tocó una vez para vacunar a su rival desde 20 metros. El Principito ha recuperado su idilio con el gol en el tramo más importante para el equipo. El partido de Champions está cerca.
Las ausencias de Augusto y de Godín parecían de suficiente importancia como para pensar que el equipo se resintiría. Pero, aunque se echara de menos su veteranía, Kranevitter y Lucas jugaron un gran partido. No sólo hay recambio, hay futuro.
Sería ilógico pensar que todo lo que pasa en el campo es sólo fruto de lo que hacen los propios jugadores. Los entrenadores, máximos responsables de sus equipos, trabajan siempre para trasladar sus ideas al verde. Mientras que los rojiblancos mueren en cada balón por su entrenador, los valencianistas se preguntan por qué Neville sigue allí. Mestalla (que algún día deberá llamarse «vete ya») desaprobó un cambio de su entrenador, y éste para que no le cambien el apellido por el futuro nombre del estadio hizo caso a la afición. Algo tan inaudito que no revela un problema sino un síntoma del problema: el Valencia necesita un líder.
El Atleti ya ha concluido su etapa reina y, aunque quedan rivales difíciles, avanza con la seguridad de que lo peor ya ha pasado y que lo mejor está por llegar.