El partido arrancaba con dudas en cuanto a la disposición de Simeone. Todo hacía indicar que sería un 5-3-2 pero durante los primeros compases se vio un 4-4-2 con Giuliano como cuarto por la derecha y Nahuel como lateral. Un inicio de partido con susto, ya que en un acercamiento sin mucho peligro del PSG, despejó mal Nahuel y Hakimi remató desviado. Fue el propio Hakimi quien llegó por la derecha, como un carrilero más, para poner un pase atrás y que Dembélé remató alto por muy poco.
Parecía despegar el Atlético por medio de Julián, que mantenía la posesión en un balón largo y conseguía enlazar una acción larga con balón. Justo después, el propio Giuliano intentó sorprender con un centro lateral que nadie remató. Pero fue un sueño, porque justo después llegaron los errores infantiles de siempre y esos, en Champions, se pagan. Recibió Lenglet, se hizo un lío en el borde del área y Dembélé se la robó para que Zaïre-Emery pusiera el primero.
Todo tras un cuarto de hora donde se estaba trabajando bien defensivamente, pero que se echó al traste por un error garrafal por no despejar. Pero los atisbos de fútbol colchonero aparecían, a cuenta gotas, hasta que tras una jugada trenzada por la derecha, un rechace la llegó a Nahuel y este, para sorpresa de todos, fusiló a Donnarumma. Con suspense por el VAR, el Atlético conseguía empatar ante el PSG antes del ecuador del primer tiempo.
Las ocasiones se repartían para ambos equipos, con Griezmann comandando una contra que él mismo desperdició. Una mala decisión que provocó una contra local, que puso en serios apuros a la zaga colchonera. Pero la más clara llegó de una falta lateral que Asensio remató, rebotó en Witsel y Lenglet, ahora bien situado, consiguió despejar a córner. Sufría el cuadro de Simeone, después de varios minutos de buenas sensaciones. Todo en una media hora de juego vertiginosa.
El 4-4-2 fluctuaba con el 5-3-2 dependiendo de por donde atacara el PSG. En caso de hacerlo por la banda de Galán, el sacrificado era Gallagher en la ayuda, que se incrustaba en defensa. Lo mismo sucedía con Giuliano, a la hora de ejecutar las ayudas con Nahuel. Unas ayudas que se veían puestas en jaque ante los ataques de Dembélé, que con su velocidad solía desbordar siempre a Galán. Así lo hizo en varias ocasiones, aunque con el Atlético y Oblak bien colocados. Así, con un buen Julián aislado en ataque, acabó un primer tiempo de infarto.
Sufrir, pelear y ganar
El inicio del segundo tiempo fue similar al del primero, pero con las ocasiones a favor del Atlético. Dos centros de Nahuel desde la derecha que no encontraron rematador en el área del PSG. Pero la posesión era de los parisinos y seguían haciendo sufrir a los colchoneros por la banda de Galán. Por ahí percutían Dembélé y Hakimi, y este tuvo la más clara que obligó a estirarse a Oblak. Continuaba el ida y vuelta, que perjudicaba a los rojiblancos, esta noche de gris. En uno de ellos, que no aprovechó Giuliano, vio como el PSG se plantó ante Oblak y el esloveno mantuvo el empate.
Tras esto, el Cholo decidió mover el banquillo. Un triple cambio en el que daba paso a Koke, Reinildo y Riquelme, por De Paul, Galán y Giuliano. Un hombre por hombre ante el cansancio provocado por la intensidad del partido. Las ocasiones eran para ambos equipos, primero por medio de Julián, que no consiguió rematar un balón al área. Respondía el PSG con una acción en la que Oblak volvía a salvar al equipo con una gran mano arriba. Todo con dos problemas claros en el Atlético, errores infantiles que derivaban en ataques peligrosos y el poco efecto sorpresa a la hora de lanzar las contras.
Pasada la hora de juego, Simeone decidió retirar a un trabajador Julián en el lugar de Correa. Estaba siendo muy peligroso, especialmente a la hora de tomar decisiones, pero así lo entendió el técnico colchonero. A partir de ahí el PSG consiguió no sufrir atrás y tuvo un serial de ocasiones que Oblak salvó. El esloveno volvió a demostrar porqué es uno de los mejores del mundo. Con grandes ocasiones de gol.
Aisladamente tuvo alguna ocasión el Atlético, pero ni Riquelme ni Correa estaban dando al equipo lo que se espera de ellos. Y con el correr de los minutos, Lino entró en el lugar de un Gallagher vaciado físicamente. El equipo se aculaba atrás, obligado por el PSG, y resistía. Con buenas acciones defensivas y la intención de poder lanzar una contra.
El Atlético se defendía como gato panza arriba ante las intentonas del PSG. Salvó Oblak al equipo y fue él quien lanzó un balón perfecto a Griezmann, este se paró, levantó la cabeza y encontró a Correa. El argentino, que no había sido el mejor, controló, regateó hacia dentro y con su zurda, en el último segundo, dio la victoria al equipo.