Estas letras que me dispongo a escribir iban a ser posteriores a la debacle vivida ante el Benfica. Es más, comenzaba: «Tras lo vivido anoche en Lisboa, lo más normal es volverse loco y señalar con todos los dedos de la mano a Diego Pablo Simeone. Pero aquí no. Con un servidor, que no cuenten«. Pero decidí esperar para ver lo que podía suceder en Anoeta, a sabiendas de que la situación no iba a variar mucho y que mi posición tampoco iba a cambiar. Pasara lo que pasara.
Después de la semana vivida, con lo deportivo y lo antideportivo copando todas las portadas, partiremos de una situación clara. El Cholo se está equivocando y los jugadores no lo están dando todo. Y no sólo por lo sucedido en Lisboa, sino por el fiel reflejo de lo vivido en San Sebastián. Por tanto, las críticas están más que aceptadas y la situación es la que es. Pese a no haber perdido aún en La Liga, las sensaciones son malas pese a recuperar una solidez defensiva que ayer se vio lastrada por un error de Rodrigo de Paul y una obra maestra de Sucic.
Pero, ¿qué sucede? Que aquí venimos a defender lo indefendible, o no tanto. Desde aquí haremos la crítica deportiva y con el fin de que el equipo vaya a mejor. Pero aquí no estaremos del lado de los que vienen a atacar a los nuestros de manera furibunda, cobarde y rastrera. Así lo rezaba un tifo que se expuso en el fondo sur del Vicente Calderón: «Si alguien te hace daño se convierte en ese momento en mi enemigo«. Qué casualidad, ya lo dijeron aquellos a los que atacan furibunda, cobarde y rastreramente.
¿El Cholo es humano y se equivoca?. Sí. Eso está claro. ¿Que los jugadores no están dando todo lo que deben dar?. Sí. Eso también está claro. ¿Que fuera de casa parecemos un equipo de cuatro amigos?. Sí. Eso está clarinete. Y de esto último la culpa la tienen todos, Simeone y jugadores. Sin ninguna excepción. Y entre todos habrá que buscar soluciones para hacer que el Atlético, que ha mejorado en la solidez defensiva, pero que arriba no consigue conectar. Queda mucho por mejorar y hay derecho a estar enfadados. Faltaría más. Porque sino, el barco está abocado a encallar y hundirse. Pero igual que esto está permitido decirlo, no podemos caer en lo que ciertos sectores buscan y quieren. Que caigamos en la división y en los ataques rastreros que se han ido replicando en los últimos días.
Queda mucho por delante, y aquí estaremos del lado del Atlético de Madrid. Del lado del escudo del Atlético de Madrid. Sí, ese que los denostados lucharon y consiguieron recuperar. Pero teniendo claro, muy claro, que «Si alguien te hace daño se convierte en ese momento en mi enemigo«. Y mientras tanto, aquí defenderemos lo indefendible, o no tanto.