Europa League, Supercopa de Europa, Copa del Rey, Liga, Supercopa de España, 2 finales de Champions, todo ello en 5 temporadas. Un presupuesto que es una de las grandes incógnitas del mundo colchonero, más bien del mundo en general. Un deuda que se arrastra con Hacienda, ahora otra enorme por el caprichoso cambio de estadio. Venta casi todos los años de tus mejores jugadores para poder pagarlas, sin fichajes del mismo nivel para sustituirlos; viene gente joven todavía por cincelar y adaptar a un sistema para el que no todo el mundo está preparado. Tras todo esto, pensándolo fríamente, el Cholo debería decirnos en rueda de prensa: milagros a Lourdes.
Porque sí, es el Cholo el que nos ha llevado a todo eso. El que nos ha puesto en el foco para lo bueno y lo malo. Quien heredó un equipo al borde del abismo y lo elevó a una cima que representaba el sueño húmedo de un tiempo mejor. El que siempre recibe críticas a lo largo de la temporada y termina sonriendo o guardando luto por intentar alcanzar la gloria (bendito luto). Así sin percatarnos, ha conseguido que los aficionados elevemos nuestro nivel de exigencia con el equipo. Cuando antes nos contentábamos con jugar Europa League y nos felicitábamos con la previa de la Champions. Qué poca memoria tiene el fútbol, qué desagradecidos son algunos. Dos empates y comienza el histrionismo propio de otros parajes. Críticas exageradas para el comienzo de la temporada. Conviene recordar que nadie alcanza la gloria sin hacerse unos enemigos por el camino.
El Cholo nos subió la exigencia que demandamos al equipo y él la ha trasladado a los despachos, pidiendo fichajes a la altura de sus méritos y objetivos. La zona noble del Calderón no se lo ha tomado bien. Se nota por el uso que hacen de los voceros a sueldo. Como buenos estómagos agradecidos saltan en cada tropiezo del Atleti a vomitar vergüenzas y bilis sobre la imagen del tipo que les llenó de dinero los bolsillos. La situación económica actual del Atleti solo es posible sustentarla si se fía todo a los resultados deportivos, y ahí no hay nadie mejor que te garantice a final de la temporada que estarás luchando por todo que el Cholo. Su críticos curiosamente solo aparecen para dejarle en evidencia a él, callan como meretrices cuando se trata de sus amos del palco. Ninguna difusión para sus sentencias, sus errores, y sus discutibles gestiones. Se aplican el viejo refrán: nunca muerdas la mano que te da de comer. Ya sea en forma de información o de entrevista con sus jugadores o cenas de navidad.
No se trata de obviar la crítica necesaria y constructiva sobre los fallos del Cholo, que los tiene. No es un hombre infalible, aunque lo parezca por momentos. Se trata de hacerlo con la responsabilidad de saber que Diego Pablo es posible que sepa algo más de esto que cualquiera que haya pisado ese banquillo desde Luis Aragonés. De recordar los méritos que enunciamos y los medios con que los logró. De no olvidar que las notas se ponen en junio y no en agosto. Quizá convendría ser cautelosos y pacientes con quien te garantiza resultados. Quizá el Cholismo haya llegado al punto de que exijamos milagros todos los años, y puede que en algún momento, con toda la crítica y desaires, el milagro sea que el Cholo siga aquí.