La lesión de Gimenez en el Molinón puso en alerta máxima a todos los colchoneros. Vieron como sus dos centrales sufrían en menos de una semana la misma lesión. El hecho que bien podría ser casual no ha pasado inadvertido para nadie. Podría achacarse a la falta de preparación física, hecho dudoso sabiendo que el Profe Ortega es el encargado; a la falta de rotaciones, sin duda este año es el que más repartidos están los minutos; y a la mala suerte, todo es posible pero parece poco probable. El último factor posible es el cansancio, el estrés. Los futbolistas profesionales pueden ser portentos físicos pero siguen siendo humanos, con limitaciones. Y esas limitaciones se traducen en su caso en riesgo de lesiones si son llevados al límite de su capacidad. Parece que ese es el caso de los charrúas. Con la prórroga en el Calderón, jugar el sábado fue terrible para los nuestros. Muchos pensaron que ese horario estaba mal puesto, y puede que lleven razón, pero hay que recordar que Godín se lesiona antes de esa prórroga. Se unen los dos centrales a Savic dejando al equipo con un solo central, el joven Lucas.
Hace poco el Atleti jugó hasta 4 partidos en nueve días. El milagro no fue no perder ni un partido de aquellos sino salir de ese esperpento de calendario sin lesionados. Pero no es la primera vez que le pasa al conjunto del Manzanares. En otras fechas también ha tenido que jugar con mucho menor descanso que sus rivales en Liga o Europa bajo la justificación del horario premium. El horario que se supone se ve en China y en el resto del mundo. El nombre del horario parece denotar garantía de un buen equipo a esa hora, pero si el horario puede perjudicar el descanso de Barça o Madrid entonces el horario premium es el del domingo a las 20:30, como ocurrirá con el próximo clásico. El lector se preguntará: ¿Y qué problema hay con que el Atleti sea considerado un equipo de horario premium?, ¿no debería eso suponer un halago? Con ser considerado premium no hay ningún problema. El problema tampoco son los horarios de un determinado momento que pueda perjudicar al Atleti en un caso concreto, sino que ha sido el goteo incesante a lo largo de la temporada de un calendario que ha sido de todo menos premium para las piernas de los jugadores rojiblancos.
Javier Tebas, presidente de la LFP, el hombre que tiene la última palabra en los horarios de la competición, parece empeñado en seguir haciendo de nuestra Liga un cortijo de dos. Con sus palabras ningunea el sentimiento rojiblanco de ultraje. Se jacta de que el horario le vaya bien al Atleti en determinados momentos, como si ganara por la hora y no por sus méritos. Justifica el error mirando hacia afuera (Arsenal, y Bayern) como si aquellas competiciones estuvieran igual de mal organizadas que la nuestra. O como si a ellos les pasara lo mismo que a nosotros cada fecha de Liga. Mientras que en aquellas competiciones protegen a sus equipos para jugar en Europa, aquí la Liga supuso que el Atleti no pasaría de octavos de Champions y programó el calendario como si la cosa no fuera con ellos. Después les tocó corregir la fecha. El trato en cuanto al dinero recibido no es el mismo tampoco. Si el Atleti debe jugar en ese horario igual que Madrid o Barça sería de justicia que cobrara lo mismo que ellos en cuanto al último porcentaje del reparto de los derechos. Iguales en obligaciones, iguales en derechos. Tebas que es madridista confeso, que piensa que hace falta un Le Pen en España, que pone límites salariales a todos los equipos menos a dos, que cree que la final de Copa no debería ser un Betis-Osasuna, que clama contra la piratería a la misma vez que impedía el derecho a la información, es sin duda uno de los síntomas de una competición mal organizada.
En el Atleti, que tiene una vicepresidencia y una vocalía en la LFP, sus dirigentes siguen callado. Solo Simeone da la cara ante los medios por su equipo, por su gente, comportándose como el auténtico líder del Club. Debe ser que es el único con la autoridad moral suficiente para defenderlo.
El horario premium es la última broma de mal gusto de la Liga. Esperemos que no salga cara.