Vuelta a casa. Una frase que cotidianamente utilizamos con alivio hoy se torna en tristeza con la eliminación de la Selección. El negocio de la prensa vende hoy periódicos y «clics» según su amistad con jugadores y técnico. Se dividen entre quienes quieren hacernos ver que todo ha sido una catástrofe, y quienes se empeñan en poner en alza las conquistas logradas hace ya 4 años, como si en medio no hubiéramos asistido a la decadencia de un grupo que fue perdiendo a sus activos más valiosos: Puyol, Xavi, Xabi, Torres y Villa. Jugadores que hacían mejores a sus compañeros y que destacaban por su calidad, carácter y liderazgo. Pero no todo puede explicarse en base a los ídolos caídos. La autocrítica y el análisis deben llevarse a un nivel superior. Solo cuestionándolo todo podremos afirmar que no todo se ha hecho mal y, por lo tanto, conocer qué cosas hay que cambiar o mejorar.
Durante estos cuatro últimos años hemos perdido conceptos clave que llevaron a Luis Aragonés a formar el mejor grupo que se recuerda. Se ha perdido esa exigencia de llevar a los que estén mejor, a los que mejor estén jugando y que en mejor forma estén. Sean del Getafe o del Espanyol, tengan 21 o 31 años. Se han alimentado egos que en su momento costaron eliminar (solo así se explica la salida de tono de Pedro). El triunfalismo y derrotismo se han ido alternando de forma histriónica, mezclando siempre la eterna disputa Madrid-Barça. Poniendo la lupa sobre jugadores por sus opiniones extra deportivas o por cómo celebran sus títulos en sus clubes. Una crítica sana y tranquila es tan necesaria como desconocida para muchos, porque sólo leemos argumentos en función de filias y fobias. Las preguntas sobre lo que ha pasado se amontonan: ¿Qué hacían Pedro y Cesc en la Selección después de un año lejos de su mejor nivel? ¿Podrían haber ido en su lugar Saúl y Lucas Pérez? ¿Por qué ha ido Sergio Rico que ha encajado 57 goles en 45 partidos y no Reina que encajó 32 en 42? ¿Por qué Morata que ha sido suplente en su equipo es titular por delante de Aduriz (máximo goleador español este año)? ¿Bartra ha hecho algún merecimiento (deportivo) para estar entre los 23? ¿Faltaba algún delantero más, Borja, Alcacer, Costa o Torres? ¿Se podía trabajar tácticamente más al equipo? ¿El rendimiento físico del equipo ha sido el adecuado? ¿Ha faltado hambre?
Responder a esas preguntas no es algo sencillo aunque lo parezca en algunos casos. Todo depende de la idea de juego que se tenga y del estilo de grupo que se quiera formar. Aunque desde que empezó la Roja su andadura europea hemos visto como se defendía una cosa y la contraria, lo cierto es que no hay una única respuesta buena y que las soluciones pueden ser varias. La Selección se ha venido manejando como si fuera un club, y ése es el mayor error. El propio nombre «selección» implica una elección a voluntad entre los mejores. Se ha elegido en función de lo bien que se llevan los jugadores entre sí, o por la proyección que tienen aunque todavía no estén aptos para ser primeros espadas es lo que ha llevado a que exista cierta comodidad en el grupo, o no llevarlos precisamente porque son mayores y no jugarán mucho tiempo en la Selección (Senna solo jugó 28 partidos). Con los números en la mano es una afirmación que no se puede negar. No existe esa sana competencia por ser mejor que los demás porque parece no importar para el resultado final. La falta de competencia lleva a la desidia, a la apatía, la falta de hambre. No digo que los jugadores no se comporten de manera profesional, pero son víctimas de un clima de autocomplacencia que deriva al final en falta de intensidad y motivación.
La última pregunta a plantear es ¿vienen todos estos males por culpa del técnico? Tampoco lo creo. Cierto es que Del Bosque, canonizado por los periodistas que siguen a la Selección, no ha tratado a todos los jugadores por igual, pero también lo es que determinados jugadores no han estado al nivel esperado: Ramos, Busquets o Silva no han ofrecido su mejor cara. Otros han vivido de las rentas como Pedro y Cesc. Pero el Marqués debe ser el máximo responsable de un rendimiento general por debajo de las expectativas. Sólo Piqué, Juanfran, Iniesta y Lucas Vázquez pueden sacar pecho de la Eurocopa que han hecho. Los que no ha tenido su oportunidad deberán seguir esperando. Ante este panorama el seleccionador debe cambiar, y el que venga deberá aprender de los errores cometidos.