En los últimos tiempos y con el cambio de estadio programado para el año que viene, no son pocos los voceros del gilfato que han salido a defender sus beneficiosos efectos en la economía rojiblanca. Proclaman a los cuatro vientos que es el futuro y que podremos fichar estrellas mundiales. Como si el amor tuviera un precio, como si los sentimientos fueran negociables, como si ser buen atlético tuviera como condición sine qua non aceptar de buen grado el cambio. Opinar que el cambio de estadio no es necesario o incluso perjudicial es un delito castigado con los siguientes sambenitos: «antigilista», «vivir en el pasado», «obcecado», «antiguo», «antiatlético». Es tan razonable querer lo mejor para el Club y desear su crecimiento, como lo es aceptar que hay distintas formas de ver cómo el crecimiento debe llevarse a cabo. Mientras otros trazan líneas arbitrarias para establecer grupos, aceptan disculpas por adelantado, o se limitan a calificar a otros de buenos y malos atlélicos, lo suyo es ofrecer datos de qué es lo que verdaderamente ayuda a crecer al Club. Así como analizar las causas por las que el nivel económico del Atlético le ha impedido competir durante tanto tiempo en la élite. Hay que preguntarse si la gestión del Atleti es lo que está haciendo que crezca y por lo tanto debemos fiarnos si lo que se dice del cambio del estadio es cierto.
Comencemos por las causas que han impedido competir. No entraré en el tan manido, recurrente y razonable argumento de la apropiación indebida. Lo haremos desde la perspectiva de la reciente historia del Club, sin remontarnos a tiempos pretéritos. Datos, datos y más datos.
En primer lugar, la deuda. Es un factor de tremendo impacto en el club y que ha impedido competir con los dos grandes de nuestra Liga. Una deuda que no ha caído del cielo, no ha venido impuesta por un castigo, ni por una varita mágica. Estas semanas se publicaba que la deuda actual con el fisco español es ahora de 42 millones de euros, y se ha vendido por algunos medios como un logro de los premiados «mejores gestores del mundo». Sin embargo, esa deuda fue originada por ellos mismos. Las cuentas auditadas a 30 de junio de 2011 daban un saldo a favor de las arcas públicas de 216 millones de euros. Argumentar que la reducción de la deuda pública que uno mismo ha originado, y venderlo como un logro y no como el cumplimiento de un deber es un argumento falaz. Lo es porque la Hacienda Pública en caso de impago procedería a embargar los bienes del deudor, y lo es porque el Atleti pactó un calendario de pagos que ha tenido que cumplir religiosamente para no ser sancionado. Esta deuda se ha ido pagando gracias a la venta de nuestros mejores jugadores: Torres, Agüero, Falcao, Costa… Es decir, se ha dependido del buen rendimiento de algunos jugadores para hacer caja por ellos, de lo contrario no se habría podido hacer frente al exigente calendario de pagos.
La deuda por otros conceptos, según la citada auditoría, sumada a la de Hacienda, elevaba la cifra a los 514 millones de euros. Los mejores gestores, dicen, por pagar lo que deben. El problema reside en considerarlo un mérito y no una obligación. Es como si el banco le diera a un particular las gracias cada mes por pagar su hipoteca. El gran gestor Gil Marín, en marzo de 2007, afirmaba que el Atleti pasaría de facturar 80 millones de euros a 160 en el año siguiente. El Atleti no facturaría tal cantidad hasta la temporada 13/14 gracias a los 56 millones ingresados en Champions. El incremento de esa temporada (162 M€) con respecto a la anterior (106 M€) fue, casualmente, de 56 millones de euros. Es decir, el rendimiento deportivo proporcionó un crecimiento económico, otra vez.
Sin embargo, la reducción de la deuda pública no supone acabar con la totalidad de la deuda. La deuda financiera ha aumentado. En 2014 la deuda financiera era de 324 M€ y en 2015 era de 365 M€. Un aumento considerable, y que a la espera de que se publiquen las cuentas de 2016 parece que irá en incremento ya que se ha publicado que el Atleti ha pedido un crédito a Carlos Slim de 160 millones de euros para el nuevo estadio. Reducir una parte de la deuda para aumentar otra.
En segundo lugar, los derechos de televisión. Hasta el sistema instaurado por Real Decreto en 2015 los clubes prestaron su consentimiento, allá por 2007, para un reparto que a todas luces era injusto y que garantizaba la creación de una brecha económica entre Real Madrid y Barcelona y el resto. Mientras los dos primeros se aseguraron casi todo el reparto de la tarta, el resto se contentaron con las migajas. Cuando el rendimiento deportivo del Atleti fue a mejor, casualmente a partir de 2012, Gil Marín comenzó a expresarse públicamente y sin tapujos sobre la injusticia que suponía el reparto de entonces. La segunda Europa League y la Supercopa de Europa, ponían al Atleti en el foco del continente tras repetir doblete dos años después del anterior de 2010. El rendimiento deportivo se convirtió en el arma para exigir un cambio de modelo. Uno que primara los éxitos deportivos. Fue con el campeonato liguero de la temporada 2013/2014 cuando clamaba al cielo que el Atlético de Madrid, el campeón, cobrara menos (3 M€ de diferencia) que el Valencia octavo clasificado, o que el segundo y el tercer clasificado vieran recompensados su «no campeonato» con 100 millones de euros de diferencia sobre el primero. Es así, como otros equipo también en una situación parecida Sevilla, Villarreal o Real Sociedad reclamaron un cambio de sistema. Tebas presidente de la LFP, que no es el mejor presidente posible, acertó abogando por un cambio de sistema que permitiera un incremento de los beneficios de la venta conjunta, y que esto a su vez repercutiera en el campeonato y lo hiciera más competitivo. Así se provocó la regulación por el Gobierno de estos derechos por la referida norma. Todo un acierto. De esta manera, otra vez, lo deportivo ha supuesto una mejora económica para el Atlético. Ha pasado de cobrar 41,6 M€ en televisión a 68,7 M€, y con la previsión de aumentar esta cantidad cada año. El nuevo reparto premia el rendimiento deportivo en las temporadas anteriores.
Resulta incomprensible que no se hiciera fuerza en su momento para alcanzar este resultado y se aceptara, sin más, un reparto injusto y que ha terminado con una regulación estatal. Mientras que en otros países este tipo de reparto ya potenció su competición (Premier League) aquí todavía seguíamos pensado que lo mejor era una Liga a la escocesa. No por culpa del Real Madrid y Barcelona, sino por culpa de todos los clubes restantes (Atlético de Madrid incluido) que se conformaron con las sobras. A los pocos años los dirigentes del fútbol corrigieron su propio error. La mejor Liga del mundo.
Examinadas las piedras en el camino. Vamos a ver la soluciones que se han ido buscando para reducir distancias con los más ricos. Distancias que siendo enormes deben partir de que el Atleti es la 15ª potencia económica europea. El Atleti es un mendigo comparado con Madrid y Barça, pero un gigante para los restantes 17 equipos de primera. Aún así se ha podido competir principalmente gracias al exagerado y singular rendimiento deportivo del equipo. Mérito del Cholo. Por favor, que nadie discuta esta evidencia.
Se buscó financiación extrajera. Tras la anulación de la primera ampliación de capital realizada por Gil Marín y Cerezo en fraude de ley, Tribunal Supremo dixit, se realizó una segunda, esta vez sí ajustada a derecho, y se ofreció a un magnate chino, Wang Jianlin. El hombre más rico de China se adentraba en el mundo del fútbol aportando 60 millones de euros. Del total, 45 destinados a la compra de acciones, y los otros 15 (para completar los 30 necesitados) dirigidos a la creación de la Academia del Atleti en China. No fueron pocos los que pensaron que su llegada supondría fichajes de 50 o 60 millones de euros, que acabaría con la deuda con Hacienda, y que si hacía falta pagaría el Estadio nuevo. Veamos algún ejemplo: Juan Gato para Voz Populi (enlace aquí) escribió que Marco Reus llegaría al Atlético de Madrid por 55 millones de euros. El diario Estrella Digital (enlace aquí) se señalo que podrían llegar Cuadrado y Borja Valero con la llegada de Wang Jianlin. Como hemos podido comprobar esas informaciones han resultado ser falsas. Hubo más, y de medios atléticos, pero ninguno de ellos acertó. Algunos se ponen medallas por acertar alguno, eso sí con el método de tirar todos los espaguetis contra la pared y celebrar si alguno se pega. Volviendo al efecto chino analicemos en qué han cambiado las cuentas desde su llegada inicial.
Directamente sólo ha aportado el capital señalado. Indirectamente está generando ciertos patrocinios (Huawei), y ha propiciado las famosas giras por tierras chinas del equipo. Este impacto económico no ha repercutido en fichajes. En verano del 2015 compró por valor de 123 millones, sin embargo entre cesiones y ventas percibió 122 millones (via Rubén Uría). Una inversión total de un millón de euros. En verano de 2016, el Atleti ha gastado 73,8 e ingresó un total de 58 millones (vía Rubén Uría). Una inversión total de 15,8 millones. Entre ambas temporadas la inversión neta en la plantilla ha sido de 16,8 millones. La llegada de Wanda no ha supuesto un gran cambio en el ámbito fichajes. Tampoco ha supuesto un cambio en lo relacionado con los gastos de la Peineta. Hemos indicado anteriormente que este gasto va a ser afrontado con un préstamo de 160 millones procedentes de Carlos Slim.
Podemos decir que siendo beneficiosa la llegada de nuevo capital a la entidad, esta no ha resultado del todo relevante para el crecimiento inmediato del club.
Y por último, llegamos al tema del cambio de estadio. Se ha hablado mucho del dinero que reportará el cambio al Atlético. Patrocinio del nombre, más asientos, más dinero en definitiva. Los argumentos que se dan ahora son los mismos que se dieron en su momento con la llegada de Wanda al Atlético. Y examinado el resultado es lógico que dudemos de los beneficios de este cambio. Sobre todo cuando va acompañado, de inicio de un incremento de la deuda de 160 millones de euros sin tener todavía pagada la deuda con Hacienda. Esto ha de sumarse a los 50 millones que ya había avanzado tras la retirada de FCC por lo construido. Además los terrenos todavía no son propiedad del Atlético de Madrid. Antes de que termine el año debe establecerse un precio por el Ayuntamiento o habrá un problema para hacerse con la propiedad del mismo. El precio tampoco será barato, se ha barajado que la cifra podría ser cercana a los 44 millones de euros. El nuevo estadio le costará al Atleti en el mejor de los casos 254 millones de euros.
Según afirmaba Gil Marín al ElEconomista el 24 de septiembre de 2008 la deuda con Hacienda estaba garantizada con el Estadio Vicente Calderón porque tenía un valor de «más de 270 millones de euros». Parece que ya no piensa lo mismo puesto que el Ayuntamiento no va a pagar esa cantidad por el Estadio y sus terrenos. Percibirá, según el nuevo acuerdo, sólo 150 millones de euros. De esta manera la previsión inicial de que el Atleti no tendría que poner dinero en la operación y que el Atleti solo se iría del Calderón con un terreno en propiedad es falso. Deberá pagar por el nuevo estadio y sus terrenos. Netamente la operación le cuesta al Atleti 104 millones de euros. Que las consecuencias a largo plazo sean negativas o positivas es imposible de prever. Como hemos visto gran parte de la cantidad facturada proviene de los éxitos deportivos. Si éstos se mantienen podrán seguir pagándose todas estas deudas y alimentando la posibilidad de grandes patrocinios.
Todo esto nos lleva a una serie de conclusiones. La deuda pública no se está pagando por una buena gestión sino por obligación. Eso no está repercutiendo en el nivel de la plantilla porque a pesar de la venta de los mejores jugadores se están consiguiendo (y superando) los objetivos deportivos. Gracias a ello se está pudiendo pagar la deuda. Sin embargo, la gestión no se queda ahí y aumenta la deuda financiera. El cambio de Estadio con los datos actuales no parece la mejor de las opciones para las arcas del club. Si repercute de manera negativa en las arcas es de suponer que en algún momento si el nivel de rendimiento deportivo bajase un año (ojalá no ocurra) podría verse abocado a vender a un jugador estrella, y esto a su vez podrá repercutir (salvo enésimo milagro del Cholo) en un bajón de nivel competitivo de la plantilla. La pescadilla que se muerde la cola.
Estos argumentos llevan a no entender por qué alguien que piensa que el cambio de estadio no es la solución para mejorar debe ser considerado mal atlético, o incluso decir que hace daño a la entidad. Una opinión que se funda en datos frente a previsiones todavía inciertas se convierte en motivo de estigma por quienes se erigen como adalides de mundo atlético. De quienes sostienen los beneficios para la entidad todavía no he leído/oído un razonamiento basado en datos reales. A mi me gustaría poder dar la razón, pero para eso debo escuchar argumentos razonables carentes de demagogia barata y acusaciones infantiles.
Termino con el equipo, para el que quiero lo mejor. En mi opinión pasa por gestionar bien esta época de vacas gordas para conservar a las estrellas, pagar las deudas y trabajar la cantera. No hacer locuras como el cambio de estadio. Al final, si los derechos de televisión dependen de cómo quedes en Liga, tus éxitos deportivos miden la cantidad de patrocinios que puedes atraer, y lo deportivo te reporta un beneficio importante como en el caso de la Champions me lleva a preguntar ¿por qué poner eso en peligro por un negocio especulativo? Ojalá las (optimistas) previsiones de Gil Marín se cumplan y sea beneficioso para el Atlético de Madrid este cambio de estadio. Pero que nadie me haga pedirle disculpas por dudarlo.