Este miércoles ha explotado una bomba que nadie se esperaba. Durante semanas desde el derbi liguero, como bien es sabido, comenzó una cacería contra la afición del Atlético de Madrid. Una cacería en la que se ha señalado con todo tipo de detalles, y que culminó este martes con la propuesta de sanción del cierre total del Metropolitano. El problema, el de siempre, la indefensión del aficionado colchonero, incluso por su propio club. Porque ya sabemos que aquí, en el Atleti, mucho lirili y poco lerele.
Y es que es algo que ha sucedido, sucede y, seguro, sucederá. El enemigo no deja de estar en casa. Hace unas horas, el Atlético habló de una propuesta se sanción «desproporcionada». Es más, Gil Marín llegó a decir que estaba «hartos del uso populista y demagogo de estos incidentes«. El problema, que mucho lirili y poco lerele. Porque ahora, a cuento de no sabemos qué, el club ha decidido sancionar a todos los aficionados de la grada de animación.
El club ha decidido sancionar a todos los aficionados, que asciende a miles de socios, por lo sucedido en el derbi. Una sanción que desentona con respecto a lo dicho por Gil Marín, y que también es desproporcionada. Hablamos de una medida que afecta directamente a muchos socios que ya tenían vuelos y hoteles reservados para, por ejemplo, el duelo Europeo ante el PSG.
Por tanto, que el Atlético decida dar una versión un día y otra otro, demuestra sólo una cosa. Que aquí, NADIE defiende al aficionado colchonero. Porque ante los ataques constantes y furibundos que se han vivido en las últimas semanas, parecía que el club iba a tomar cartas en el asunto y iba a dar la cara por los suyos. Por aquellos que se gastan el dinero, días de vacaciones y tiempo de sus vidas para animar al equipo allá por donde va. Incluso después de los últimos meses donde ir fuera de casa era ir a sabiendas de que el equipo no da la cara. Sino, que se lo digan a los miles que fueron a Lisboa.
Pero una vez más. Con otro caso diferente más. El Atlético ha demostrado que mucho lirili y poco lerele.