Tras llegar al cielo y estar luchando con los mejores equipos de España, cuando al Atleti no se le veía capaz de conseguir algo así como el histórico doblete del 1996, tres años después se bajo de las nubes para caer al infierno de segunda división tras haber llegado a la gloria años atrás. Esa misma temporada, en el último partido, se podía haber tocado el cielo salvándonos o bajar al infierno cayendo a segunda división, y así fue, una vez más el Atlético de Madrid supo lo que era el infierno de una nueva manera tras haber vivido distintos infiernos, pero como este no había habido ninguno, y es que el conjunto colchonero había dejado de estar en el sitio que le correspondía, había dejado la primera división.
A nadie se lo podrá olvidar esa fatídica temporada, ese penalti fallado por Hasselbaink, ese hundimiento del equipo en el Tartiere tras haberlo intentado en aquel fatídico partido, tras no haberte podido salvar al equipo antes de tiempo y eso hizo que el equipo dijera adiós a la máxima competición española. Nunca se podrá olvidar como el conjunto de la Ribera del Manzanares, tras haber conseguido un doblete tres años atrás, podía haber bajado de esa manera, sin dar una buena imagen durante la campaña del 99-00. El equipo no correspondió a una afición que había estado siempre a su lado, apoyándoles y animándoles porque sí. Esa afición, la afición del Atlético de Madrid, la que en las buenas te quiere y en las malas te ama, así fue, tras haber bajado al infierno, a segunda… Como lo queráis llamar cada uno de ustedes, fue así. El Atlético de Madrid, no había dado la imagen que debía dar un equipo como el de aquel entonces, con grandes jugadores que años atrás, como he dicho antes, habían conseguido el histórico doblete. A pesar de bajar a segunda división, el conjunto rojiblanco salió del pozo tras dos campañas sufriendo cada partido para intentar salir de aquella ‘maldita’ segunda división.
No solo fueron los jugadores los que subieron al Atlético de Madrid a donde se merecía, no, también el Vicente Calderón volvió a hacer de las suyas tras llenar cada tarde de domingo el estadio y animar a los suyos para que volvieran a estar donde se merecían estar. Porque si algo se tiene que tener claro de este equipo es que sin la unión de la afición y de los jugadores no se puede hacer nada, y así se demostró durante dos años, donde no se podía salir del infierno pero con un crecimiento de los socios y apoyo inmensurable, algo que le dio al equipo ese plus para recuperar la máxima competición nacional, después de dejarse las gargantas por esos jugadores que lucharon la camiseta cada minuto, de cada partido que estaban en el infierno. Porque como dice Simeone “las peores batallas se las dan a los mejores guerreros”, y así fue, eso fue la peor de las batallas y no hubo mejor ejercito que el colchonero para ganarla y salir victoriosos de un lugar donde nadie quiere caer. Porque ese camino, esa lucha, ese logro se consiguió con miles de guerreros que desde sus asientos animaban y ondeaban sus banderas al viento para ganar la batalla y eso fue lo que sucedió. Tras bajar a segunda división, la afición mostró su apoyo con una espectacular y precioso tifo.
Pero no sólo salió algo negativo de nuestro periplo por segundo, algo quedará por la posteridad. Un 27 de mayo de 2001, cuando la temporada llegaba a su fin y el Atleti agonizaba por subir a primera, una luz apareció al final del túnel, un Niño, el Niño apareció para echarse al equipo a la espalda. Ese Niño que con 17 años decidió coger los mandos de una entidad gloriosa, pero no se olviden, su entidad, los colores que el amaba. Él, junto al eterno Don Luis, lograron devolver al Atleti donde se merecía. Lo que vino después ya es historia.
Gracias a estos dos duros años donde el Atleti lucho para volver a la primera división se vio reflejado lo que es el Atlético de Madrid, ya que este equipo está hecho para sufrir, luchar contra corriente y decir a todo el mundo que como este equipo no hay nadie, porque si algo da este Atleti, no son los trofeos sino que cuando más dura es la caída más fuerte se levanta uno, y así se demostró en esos dos años de sufrimiento y dolor que después el equipo se levantó más fuerte que nunca.