Llevamos una semana tras el empate ante el Villarreal y ayer frente al PSV en la que la parroquia rojiblanca se halla dividida por opiniones sobre la forma de jugar, los objetivos del equipo y las ideas para mejorar. Sin embargo, se ha colado un debate viciado que pretende dividir a la afición. Así que en vista del panorama, querido lector disculpe el título mentiroso y el embuste para traerlo a este texto. En las siguientes líneas no me verán subir a un púlpito para trazar una línea arbitraria y separar buenos de malos atléticos, y decirle cómo debe sentirse o qué debe pensar para ser atlético. No es mi intención restar. Juntos, se piense como se piense, somos más fuertes, mejores. Pretendo pues, sin ánimo proselitista, ilustrarle sobre cómo siento yo el Atlético de Madrid, qué es para mí ser aficionado colchonero.
Soy aficionado del Atleti desde que tengo uso de razón. Mamé qué era el Atleti en el 92, me lo inyecté en vena en el 96. En el 2000, tras sufrir una tremenda tristeza, me dí cuenta de que no era del Atleti porque ganara pero quería que siempre lo hiciera. Conforme fui creciendo y haciendo como que maduraba empecé a darme cuenta de por qué seguía siendo aficionado del Atlético de Madrid. Y es que (para mí) ser del Atleti es ver el fútbol como la vida misma. Mirar a los ojos, sonreír a los demás y vivir el presente. Saber que llegar a la meta no es lo importante, que el camino que uno recorre es lo que te transforma, lo te hace mejor. Realizar un esfuerzo más allá de tus posibilidades, equivocarse, asumir tus defectos, ver belleza en la imperfección. Vaciarse, dejar todo en el camino debe ser suficiente aunque la meta conseguida no sea la deseada. Los Rolling cantaban que no siempre se consigue lo que se quiere, pero si se intenta, tal vez, consigas lo que necesitas. Supe, que aunque el fútbol consista en ganar, ganar y volver a ganar, la vida no es más que ser feliz con lo que se tiene. Y que, en el Atleti, tener jugadores que lo dan todo debe ser suficiente. No siempre ganaremos, pero no siempre se perderá. Porque «si se cree y se trabaja se puede» no es un eslogan del Cholo, de eso va la vida, eso hace sentirme colchonero.
Más allá de quien quiera pensar que el Atleti debe jugar como el Barça, que se deba ganar siempre, o que se prefiera a Manzano sobre el Cholo, yo tengo clara una cosa: el fútbol es opinable y negociable, el sentimiento es personalísimo. Quien quiera lo mejor para el Atleti es bienvenido. Yo sigo sintiéndome colchonero exigiendo que el Atleti juege mejor, sabiendo que hubo tiempos peores, pensando que el Cholo es principio y fin de este equipo. No pediré a nadie que sienta como yo, que lo vea como yo, pero que no me digan cómo sentir mi Atleti. No necesito que nadie me dé un carnet. Mi Atleti, gane o pierda, es perfectamente imperfecto, y me identifico con él. Yo me siento así.