Como la vida misma, llena de altibajos en los que a veces parece haber momentos en los que todo va cuesta abajo y sin frenos. Así venía siendo la situación de Saúl en el conjunto rojiblanco, acentuada durante los últimos meses y, especialmente, desde aquel partido de Champions League ante el Inter en el Metropolitano, tras el que, a pesar de la euforia colectiva, el ilicitano lanzó un mensaje de desesperación en sus redes sociales. En dicho mensaje explicaba la difícil situación en la que se encontraba mental y, sobre todo, deportivamente. Pero, como todos los altibajos, al centrocampista tarde o temprano le iba a tocar escribir un nuevo capítulo de esta historia desde lo alto. Este momento llegó la noche del pasado lunes en el Estadio de la Cerámica, cuando, en un partido que llegaba empatado al tramo final, Saúl anotó el gol de la victoria rojiblanca tras únicamente tres minutos sobre el terreno de juego.
Los últimos meses de Saúl en el Atlético de Madrid no han sido fáciles. Todo lo contrario, han sido tiempos confusos y muy desesperantes para jugador, afición y club. Sobre el césped de los estadios por los que esta temporada ha ido pasando el Atleti, hacía ya años que no se veía a aquel Saúl, aquel todocampista que abarcaba más campo que cualquier otro jugador en Europa, aquel del mítico gol ante el Bayern de Múnich, aquel que pintaba a punta de lanza en la Selección Española y a referente en un Atleti que quería blindar a uno de los suyos ante la atenta mirada de los clubes más poderosos del mundo, y al que acabó firmando un contrato de nueve años. Por aquel entonces, el cuento era feliz y la historia era bonita, pero llegó un momento en el que todo cambió, y algo se perdió en el camino.
¿QUE LE PASÓ A AQUEL SAÚL?
Nadie sabe con exactitud cuándo ni cómo Saúl dejó de ser aquel Saúl. Seguramente ni el propio jugador tenga respuesta para esta pregunta. Las cosas cambiaron, el ‘8’ perdió importancia, se fue cedido al Chelsea y, tras un paso intrascendente por la capital inglesa, volvió al Metropolitano con unas fuerzas renovadas que poco tardaron en evaporarse y convertirse de nuevo en esos fantasmas que no dejaban de atormentar al ilicitano. La temporada 2022/23 pasó, y llegaron las dudas sobre Saúl, a pesar de que el pobre nivel del equipo en la etapa pre-Mundial y la buena dinámica colectiva de enero a mayo camuflaron muchas de las carencias individuales de la plantilla.
En verano, en vez de volver a buscar una salida, Saúl se quedó en casa y, además, recuperó el ‘8’ de Luis Aragonés que Griezmann le había ‘cuidado’ durante su estancia en Inglaterra. La realidad es que la temporada del centrocampista no pudo empezar mejor, incluso llegándose a situar como máximo asistente de LaLiga con los cinco pases de gol que completó de agosto a octubre. Pero ahí se quedó, un inicio a gran nivel y unas declaraciones (quizás demasiado aventuradas) en Relevo fueron, en octubre, las últimas buenas noticias que tuvimos de Saúl, más allá de su gol en el 6-0 al Celtic de Glasgow en el Metropolitano.
Tras la finalización de ese encuentro de fase de grupos de Champions (disputado el 7 de noviembre), parece ser que empezó la cuesta abajo sin frenos de Saúl. Minutos vacíos, sin piernas, ni desde el once inicial ni desde el banquillo, sin abarcar campo y sin oler ni por asomo el área rival. Y es que, hasta el pasado lunes, habían sido 25 los partidos en los que Saúl había contado con minutos, y 25 los partidos sin que este realizase un solo remate a puerta. Una sequía tan dolorosa como inexplicable que, como todas las sequías, tuvo que terminar en algún momento. Ese momento fue el pasado lunes en La Cerámica, en el minuto 86:49 de partido, tras una dejada rasa de Azpilicueta, con un auténtico ‘pase a la red’ con la zurda a unos pocos centímetros del borde del área y para dar los tres puntos a un Atleti que no ganaba como visitante desde el 22 de enero.
Al fin, llegó el gol, y lo hizo desprendiendo el aura de ser mucho más que un simple tanto. Llegó sin esperarlo, y llegó también para aflojar una soga que parecía que podía ahogar en cualquier momento, para volver a situar a los de Simeone en las plazas de Champions, para romper la sequía fuera de casa, pero, sobre todo, para ver, aunque fuese por un fugaz instante, a aquel Saúl del que, unos segundos antes del gol, parecía que no quedaba el más mínimo rastro. Y ese dulce recuerdo fue lo mejor del gol del ‘8’, que nuevamente vuelve a despertar ese prudente cosquilleo en una afición del Atlético de Madrid, que, intentando sobreponer la fe a la razón, se pregunta si ese gol puede suponer un punto de inflexión y un cambio de tendencia definitivo tanto en Saúl como en el equipo.
¿Y AHORA QUÉ?
Ahora, a Saúl le toca seguir trabajando, “martillo a martillo”, con pasos firmes y sin dejar de avanzar. Y qué mejor momento para dar este nuevo paso al frente que el próximo miércoles en el Metropolitano, en unos cuartos de final de UEFA Champions League, en casa, con el ambiente de las grandes noches, y con todas las esperanzas de la afición puestas en volver a ver, en estos momentos, a aquel Saúl.